Vestidos de flamenca, música sevillana, desfile de carruajes tirados por caballos hermosamente engalanados, deliciosa y abundante comida y bebida: la Feria de Sevilla es única en el mundo por su alegría, su colorida belleza y respeto a las tradiciones. El evento que anualmente reúne a millones de visitantes de todo el mundo contó este año con una atracción adicional llamada Brenda Tamayo, una hermosa empollerada panameña con quien todos querían tomarse una foto.
La Feria de Abril nació en 1846 gracias a la idea de dos concejales (curiosamente un catalán y un vasco) como una feria agrícola y ganadera; con el paso del tiempo se transformó en una fiesta popular que cada año revoluciona Andalucía. La primera aparición de Brenda fue la noche previa a la Feria, en la Cena de Gala de la XXXIV Exhibición de Enganches, donde se lució con una espectacular pollera de gala en tonos color rojo sobre blanco, que casualmente iban a juego con la madrina del evento, Victoria Federica de Marichalar, hija de la Infanta Elena, la hermana mayor del rey Felipe VI.
Oficialmente la Feria de Sevilla se inauguró la noche siguiente. Lo que antes eran establos donde se exhibían los animales, se transformó con el paso del tiempo en cómodas casetas privadas, que este año sumaron más de mil, donde la fiesta empieza con una deliciosa cena. Como la tradición es servir pescado frito acompañado del rebujito, una mezcla de vino de manzanilla con gaseosa de toronja o limón y mucho hielo, esa cena tradicional devino en llamarse El Pescaíto.
A la medianoche se encendieron los más de 90 mil farolillos que adornan el recinto ferial, que ocupa 275 mil metros cuadrados, y oficialmente empezó la fiesta. Aunque nosotros decidimos ir a descansar un poco antes del fin del jolgorio, la celebración se extendió hasta las seis de la mañana, justo el tiempo necesario para recargar un poco las energías y estar listo para la esperada Exhibición de Enganches, un tradicional concurso que este año tuvo como país invitado a Panamá, gracias a la gestión del dinámico Cónsul de Panamá en Sevilla, Don Francisco Gandullo, quien con su elegante esposa Claudia nos condujeron gentilmente por todos los eventos de la Feria de Sevilla y sus detalles protocolares.
El estricto protocolo exigió nuestra presencia ataviados con traje, mantón de manila y sombrero, y los hombres de traje y corbata; Panamá tuvo el honor de encabezar el desfile en La Plaza de Toros de la Real Maestranza de Caballería. Fue realmente emocionante ver desfilar nuestra bandera tricolor y escuchar las notas de nuestro Himno Nacional de Panamá en aquella plaza abarrotada de gente que nos recibía con aplausos. El espectáculo duró dos horas, durante las cuales desfilaron 95 carruajes antiguos. Caballos y mulas adornados con borlas, campanillas y cascabeles, jinetes con impecables uniformes, elegantes amazonas, distinguidas mujeres vestidas con hermosas mantillas fueron los protagonistas de un espectáculo maravilloso.
Una vez más Brenda se lució, esta vez con una colorida pollera campesina santeña. Al salir de la plaza tuvo que detenerse innumerables veces en el camino para complacer a quienes querían admirar de cerca nuestro maravilloso vestido, sus tembleques y joyas. Ya antes Brenda había llamado la atención de la Infanta Elena quien recibió una explicación sucinta de los detalles de nuestro vestido nacional.
La costumbre es ir directamente de la Plaza a la Feria en carruaje y hacer un recorrido por sus 24 manzanas y 15 calles, cada una lleva el nombre de un torero sevillano. Mientras los carruajes realizaban el recorrido, las casetas cobraban vida gracias a los músicos sevillanos, los tablaos y las mujeres luciendo sus mejores galas flamencas, el vestido típico andaluz. Los tradicionales telas de lunares invadieron el recinto acompañados de las nuevas tendencias de la moda que experimentan con hermosas combinaciones de colores y texturas a través de los vuelos de sus faldas y las diferentes formas de colocar las flores en la cabeza. Los caballeros, incluso los muy jóvenes, les acompañan siempre vestidos de traje y corbata. La feria es muy colorida, pero este año la pollera panameña resalta y se pasea orgullosa como una reina.
La fiesta se extendió durante todo el día entre comidas, bebidas, música y baile. Quienes tienen la suerte de tener varios amigos propietarios de casetas se trasladan de unas a otras mientras recorren la feria caminando, otros lo hacen en carruajes y los jóvenes galanes en vistosos caballos. Los más jóvenes prefieren pasar la tarde en la Calle del Infierno, como popularmente se conoce al parque de atracciones que se instala durante los días de feria.
Cae la noche, los farolillos se encienden y los sevillanos siguen la celebración con una energía impresionante. Brenda luce radiante y no se cansa de posar para las fotos y explicar cada detalle de su vestido a los curiosos que continúan acercándose a ella. Los cantantes siguen entonando sus mejores canciones acompañados del sonar de sus palmas, guitarra y caja. Las mujeres siguen bailando coordinadamente moviendo con perfecta armonía pies, brazos y manos que se retuercen con sensualidad y elegancia. A continuación puedes ver un video.
Para el resto de los asistentes la Feria continúa durante una semana, para nosotros finaliza la experiencia. Brenda Tamayo se despide moviendo con donaire su pollera, mientras una popular canción sevillana suena como dándole la despedida: Para que no me olvides, para que no me olvides… Para que no me olvides, pa´que de mi te acuerdes…
Nosotros recordaremos por siempre nuestra visita a la Feria de Sevilla…. Y sé que los sevillanos no podrán olvidar aquella pollera panameña que recorrió su Feria con distinción y esplendor.
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